sábado, 17 de octubre de 2009

Ganadora

Por fin ha llegado el correo.
Como si el cartero fuese el mismísimo Miguel Strogoff, el correo del zar, la carta parece haber recorrido la fría Siberia antes de llegar a mi buzón.
Las noticias eran buenas, yo ya lo sabía, pero aun así no quería hablar de ello hasta no tener la notificación en mis manos.
He de decir antes de nada, que no fui "buena madre". Hace algunos meses os hablé de una de mis "criaturas" un relato que escribí para un certamen al que me presento año tras año, y del que como mucho llegué a ser finalista, la sexta de los ocho finalistas. Pues bien, acabado ese relato, comencé otro. Se trataba de un certamen que se celebraba por primera vez, en el pueblo de un buen amigo mío, él me envió las bases. Escribir sobre un lugar que no conozco y sobre sus gentes, no me parecía fácil, pero entre lo que leí en Internet y lo que mi buen amigo me contó, escribí un relato. No confié en el, a pesar de que como otros también era mi "hijo". Pensé que era débil, sin mucha fuerza, bonito y dulce, pero sin garra. Ni siquiera lo di a leer a todas esas buenas personas que se toman la molestia de leer lo que escribo, porque me parecía que podía hacerlo mejor, que no era tan bueno como otros.
Y he aquí mi sorpresa, mi más que grata sorpresa.
Mi "hijo", mi "pequeño". Ha sido el segundo premio en ese certamen.
Quizá no veáis aquí mis saltos de alegría, pero los he dado. No creía demasiado en el , y mira por donde...
¡HE GANADO UN PREMIO!
Estoy deseando recogerlo, y poder ponerle un precioso marco al diploma.

Ayer fue un buen día, no sólo llego el correo, hubo más cosas, pero de esas hablaré otro día. La dejare reposar, para poder contarlas mejor.

viernes, 2 de octubre de 2009

Envidiosa

Hoy he vuelto a encontrar a esa persona de que debería huir como del diablo.
Me sorprendo a mi misma, otra vez, diciéndole que me alegro de sus buenas noticias, cuando dentro de mi, no sé si es la envidia, me quema la sangre.
Le he dicho que por fin tendrá todo lo que deseaba, que es posible que en el camino haya habido espinas, pero que al final siempre están las rosas. Y puede que sí, que sólo sea envidia, el sacrificó algunos peones, entre ellos yo, pero gana la partida. El resultado final es lo que cuenta, no?.
Supongo que yo no tengo que lo deseo, porque no soy capaz de sacrificar nada, sólo a mi, y en mi cobardía probablemente termine sacrificando algo más. De momento no hay movimientos.
Hay alguien que suele decirme, que Dios no premia ni castiga. ¿Qué o quién lo hace entonces? ¿De qué sirve tratar de hacer lo correcto en cada momento? ¿ De qué sirve intentar no hacer daño a nadie? ¿Da igual ser bueno o malo? ¿Por qué parece que mientras peor te portas, más recompensas obtienes?
Supongo que Dios, el destino, la suerte, o la alineación de los planetas dicta que vas o no vas a tener. Ya sé que dicen que la suerte se la hace uno mismo, pero no, algunas veces eso no basta.
Y sí, probablemente sólo es envidia, de que una serie de actos que casi podrían tacharse de crueles, sean premiados haciendo realidad sus deseos.


Por cierto, estoy esperando al cartero, llegará hoy, puede que el lunes, no todo para mi son siempre malas noticias. En cuanto llegue, os cuento.