domingo, 20 de diciembre de 2009

Tiempo de amor

Tiempo de amor, de olor a leña y calor de fuego en el hogar.De sabor a turrón y mazapán, de tardes con rosquillos y mistela, noches de brindis con champán. Luces de colores, narices frías y chocolate caliente. Gorros, guantes y bufandas. Risas infantiles, regalos y reyes magos. Nieve y frío, Navidad.

Es el principio de un cuentecito que escribí hace muy poco, y yo, que soy poco navideña, no encuentro mejores palabras para desear a todos una Feliz Navidad.

Que el año que comenzará en tan solo unos días os llene de alegrías.

Os quiero.

Besos.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Ser o no ser

Un buen amigo me llamo valiente y decidida hace un par de días.
Esa quiero ser yo, le dije, esa eres tú, me dijo.
Sientes lo que vives, añadió.
Y eso quiero hacer yo.
No hace mucho escribí un pequeño relato de alguien que se moría. Por circunstancias lo han leido más personas de lo habitual. Mantuvimos después una charla sobre la vida y la muerte. Aprovechar cada día, porque nunca se sabe cual será el último. Todo eso, estaba en mis palabras escritas sobre papel.
Me sé perfectamente la teoría.
¿Por qué no se llevarlo a la práctica?




martes, 1 de diciembre de 2009

.....

De repente sentí ganas de hablar con la dependienta. Como un borracho que habla con el camarero en la barra de un bar. Por soledad, por desahogarse, por tener un poco de conversación con alguien a quien le das igual. No me gusta repasar mi vida, lo que tengo, lo que no, lo que deseo y lo que soy capaz de conseguir. No me vale eso de que todos somos capaces, de que querer es poder, no, a mi no me vale. Pero si me pongo a ello, puedo poner el ejemplo de que no tengo algo que casi todas las mujeres tienen. No tengo amigas. Es cierto que lo compenso con amigos, pero son ciertamente especiales estos amigos, por buenos y por las circunstancias que rodean nuestra amistad.
Soledad, hay tantas maneras de estar solo.
No envidio a las mujeres con cientos de amigas, no echo de menos las confidencias, ni salir a comprar trapitos, ni intercambiar un bolso o unos zapatos para una ocasión especial. Yo hago todas esas cosas sola, como puedo, y para los trapos he descubierto lo maravillosas que pueden ser las dependientas. Te aconsejan, buscan las tallas sin problema, te dicen lo delgadísima que estás, y cuando te marchas les pagas... y ya no le debes nada. Nunca le fallarás, a menos que no te lleves todo lo que te has probado, pero aun así, siempre se despedirán con una sonrisa.
Ayer me compré una talla 36, cuando uso una 40 o 42. ¿Cómo hizo el milagro la dependienta? No lo sé, pero en esos momentos me hizo sentir muy bien, tanto, que fue como si me acompañase mi mejor amiga.
Me pregunto si todavía cabré en el pantalón....