Tengo en mente los proyectos de varios relatos que quiero escribir. Ya conocéis esa afición mía de gastar dinero en sellos y sobres, para enviarlos a lejanos certámenes donde siempre hay un cubo de basura que llenar. Lugares en los que espero que al menos, reciclen el papel. No he empezado ninguno, aún hay tiempo. Un tiempo que va que vuela, sin detenerse ni un solo segundo. La que está o parece estar parada, soy yo. La sensación de que se me acaba no me abandona. Estoy sana, o eso creo, no soy excesivamente mayor, no debería pensar que no tengo "tiempo por delante". Y es que ese trabajo mío... donde me parece estar viendo continuamente el futuro, mi futuro, y el de los que me rodean... ese trabajo mío... le quita color a la vida y la vuelve gris.
Esta mañana le comentaba a una compañera, que en una película de ciencia ficción, de la que no recuerdo ahora mismo el título, había un personaje siempre triste. El personaje en cuestión era un cíclope, y la razón de su tristeza era que conocía desde el momento de su nacimiento, el momento exacto de su muerte. Así me siento, no es conozca el instante certero de mi muerte, pero si... algo parecido... veo cada una de las muchas variantes que puede tener, y me asusta.
No la muerte en sí, la enfermedad, el dolor, la vejez, la soledad, lo que la rodea tantas y tantas veces. Todo eso debería tener en mi el efecto contrario del que tiene, debería hacerme vivir más, aprovechar cada momento, pero no lo hago. Es como si me resignara simplemente a esperar, a dejar pasar los días, a ver pasar las estaciones. Las hojas que cayeron hace unos meses, están a punto de volver a brotar. La vida estallará por todas partes de repente sin darnos cuenta, y yo... sólo la veo pasar
Sé que todo esto no son más que un sin fin de pensamientos mal colocados y peor descritos, pero como dije al principio, esto de escribir no es más que una afición, y ya se sabe como hacen las cosas, los aficionados.