jueves, 25 de marzo de 2010

Dejando pasar el tiempo

No tengo tiempo para nada, pero tampoco me parece estar haciendo algo.
Tengo en mente los proyectos de varios relatos que quiero escribir. Ya conocéis esa afición mía de gastar dinero en sellos y sobres, para enviarlos a lejanos certámenes donde siempre hay un cubo de basura que llenar. Lugares en los que espero que al menos, reciclen el papel. No he empezado ninguno, aún hay tiempo. Un tiempo que va que vuela, sin detenerse ni un solo segundo. La que está o parece estar parada, soy yo. La sensación de que se me acaba no me abandona. Estoy sana, o eso creo, no soy excesivamente mayor, no debería pensar que no tengo "tiempo por delante". Y es que ese trabajo mío... donde me parece estar viendo continuamente el futuro, mi futuro, y el de los que me rodean... ese trabajo mío... le quita color a la vida y la vuelve gris.
Esta mañana le comentaba a una compañera, que en una película de ciencia ficción, de la que no recuerdo ahora mismo el título, había un personaje siempre triste. El personaje en cuestión era un cíclope, y la razón de su tristeza era que conocía desde el momento de su nacimiento, el momento exacto de su muerte. Así me siento, no es conozca el instante certero de mi muerte, pero si... algo parecido... veo cada una de las muchas variantes que puede tener, y me asusta.
No la muerte en sí, la enfermedad, el dolor, la vejez, la soledad, lo que la rodea tantas y tantas veces. Todo eso debería tener en mi el efecto contrario del que tiene, debería hacerme vivir más, aprovechar cada momento, pero no lo hago. Es como si me resignara simplemente a esperar, a dejar pasar los días, a ver pasar las estaciones. Las hojas que cayeron hace unos meses, están a punto de volver a brotar. La vida estallará por todas partes de repente sin darnos cuenta, y yo... sólo la veo pasar
Sé que todo esto no son más que un sin fin de pensamientos mal colocados y peor descritos, pero como dije al principio, esto de escribir no es más que una afición, y ya se sabe como hacen las cosas, los aficionados.

jueves, 11 de marzo de 2010

Vampiros

Vampiros.
Me gustan los vampiros, ya me gustaban mucho antes de que a todos les encantase Crespúsculo. Empezó con Anne Rice y Lestat, he leído todo que ha escrito, todas sus crónicas vampíricas. Así que cuando "veo" un vampiro, no puedo resistirme. Últimamente están muy de moda, los vampiros atractivos, altos, musculosos, terriblemente sexys.
Esta mañana estaba sola, y he dejado que me visite un vampiro, sí, a plena luz del día. He pasado parte de la mañana en pijama, arrellanada en el sillón, leyendo a una tal Lara no sé que, y su novela de vampiros. Casi me dio vergüenza pedirla el otro día en la librería, será porque me veo mayor para leer novelitas de subido tono rosa. Pero tenía que "ver" a ese vampiro, que como no, es un ser magnífico. Él y sus compañeros inmortales, a los que la autora llama machos, y ellas, hermosas mujeres mortales a las que la autora llama hembras. No tengo que explicar que sucede cuando un macho y una hembra se encuentran... cualquier cosa que podáis imaginar en cuanto a sexo, ocurre en esa novela.Orgasmos interminables e incontables, pasión desatada, totalmente fuera de control.
Y yo, que estoy últimamente muy crítica con todo, hasta he encontrado párrafos que a mi antiguo profesor le hubiese encantado corregir. Por ejemplo, en uno de unas seis o siete lineas, se repite cuatro veces la palabra calor, pero bueno... ella publica libros y yo... ni siquiera los escribo.
Así que, me vuelvo a los brazos de ese musculoso vampiro, a seguir contando orgasmos.

domingo, 7 de marzo de 2010

Releyéndome

He pasado un buen rato leyéndome a mi misma. He visitado mi viejo blog, Antes fui Valentina. Creo que algunas veces aún siento nostalgia y vuelvo allí, como quien visita a un viejo amigo. Voy de acá para allá, visito meses concretos o al azar, y al leer mis propias palabras recuerdo que las motivó, que sentía justo en el momento de escribirlas. Algo más de tres años de mi vida, de la vida de Valentina. Aventuras y desventuras. Risas y lágrimas. Amor y desamor. Y pasión, tanto la que da el amor, como la que va unida a un sentimiento parecido al odio, al resentimiento.
En fin... todo un culebrón.
Pero allí, algo en mí, tenía más calor.
Será que me vuelvo fría con los años...

viernes, 5 de marzo de 2010

Esto podría titularse... Los abrazos rotos.

He vuelto a soñar con él.
Un sueño curioso y sin final. Podría contar detalles, suelo recordar muy bien lo que sueño, pero sólo diré que al final, justo cuando él dejaba lo que estaba haciendo para hablar conmigo... sonó el despertador.
Ni siquiera en sueño hemos mantenido una conversación.
Abrazos. Suelo decirle a un amigo, en realidad es muchísimo más que eso, que no sé si me dejaría abrazar. No tengo costumbre de que lo hagan, y cuando alguien lo hace, me tenso, no rehuyo el contacto pero tampoco lo disfruto. No suelo abrazar a nadie, puede que os resulte raro, pero no lo hago. Por eso, cuando soy yo quien lo necesita, no encuentro quien lo haga y si alguien lo hace, me siento rara. Siempre digo que soy poco cariñosa, aunque por ahí hay quien dice que eso no es así. Quizá expreso poco lo que siento, no sé...
Pero si recuerdo haberme dejado abrazar por él, incluso recuerdo haberle pedido un abrazo.
Y ahora... ni en mis sueños... deja que me acerque.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Recordando

Hace un par de días fue su cumpleaños. Quizá no debí felicitarlo, pero lo hice. Intercambiamos un par de mensajes, él quiso hablar conmigo o eso creo, pero era muy tarde y le dije que no. De nuevo no sé que me hizo pensar que me llamaría al día siguiente o tal vez hoy, pero nada.
Y es que tengo un run run en la cabeza que me hace pensar en él. Sin motivo ni razón, no hago más que recordarlo.
Palabras, gestos, sonrisas, miradas, y todo ello, pertenecientes a un pasado remoto.
Es muy posible que lo único, lo que de verdad echo de menos, es su compañía. Una persona físicamente presente a la que poder recurrir, con la que poder hablar, a la que poder abrazar.
Una vez también escribí, que aparecía justo en el instante en que el hielo amenazaba con instalarse dentro de mi, que me daba el calor necesario.
Es posible, que sólo sea eso lo que me pasa.
No es a él a quien echo de menos, es solo la sensación... de tener a alguien cerca.