miércoles, 22 de julio de 2009

Demasiado calor...

Con la urgencia del deseo quemándome la piel.
Fuego que me abrasa las entrañas, hasta convertirlas en lava líquida, ardiente, espesa, caliente.
Te quemarías si me tocas.
Arderás, si no lo haces.

miércoles, 8 de julio de 2009

En ocasiones veo....

La enfermedad y la muerte son mis compañeras de trabajo.
No siempre se salen con la suya, pero cuando se empeñan....
Cuando se acerca esta época, cuento los días que aún me quedan por trabajar con ellas. Sé que a la vuelta, volverán a estar ahí, y volveré a tener un año entero, para verles las caras todos los días. Me voy, pidiendo a quien haya que pedir esas cosas, que no se les ocurra venir de visita en los días de vacaciones, y si han de visitar a alguien que sea sólo a mi.
No me dan miedo, no todo el tiempo. Quizás el tratarlas a diario, el tenerles cierta confianza, hace que me sienta fuerte ante ellas, como si nunca pudieran fijarse en mi.
Hasta que empiezo a sentirlas demasiado cerca, rodeándome, cercando mi espacio. Hasta que siento en nada puede vencerlas, que tomarán a quien deseen, niño, joven o viejo. Y que quizás en algun momento, se den cuenta de que yo estoy allí, todos los días, trabajando con ellas, codo con codo, o más bien, trabajando en su contra. Entonces quizás me miren como a una enemiga, la más débil en realidad, pero quizás la más fácil de vencer.
Y quiero huir, salir de aquel lugar, alejarme lo suficiente para no sentir su frío aliento en la nuca.
Sólo tengo que trabajar dos noches más con ellas.
Después, si todo va bien, estaremos un mes sin vernos.
Yo procuraré olvidarlas, espero que ellas hagan lo mismo conmigo y con los míos.